El proyecto MAC-RODO, liderado por la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad (ABAS) con la colaboración de investigadores del Instituto Universitario ECOAQUA de la ULPGC, realizará cartografiados que permitirán determinar la extensión de estos hábitats formados por algas rojas coralináceas, así como experimentos para saber su capacidad de absorción de dióxido de carbono
El proyecto MAC-RODO, acrónimo de ‘MACaronesian RhODOliths: Ecosystem Functions and Services)’, tiene como objetivo incrementar el conocimiento sobre los servicios ecosistémicos en la región macaronésica de los fondos de rodolitos, unas algas rojas coralináceas que crecen sueltas sobre el lecho marino formando nódulos. Estos ‘ingenieros ecosistémicos’ pueden ocupar grandes extensiones del litoral y al morir pueden ser transportados por las corrientes y mareas a las playas, contribuyendo así a la generación de arena, algo que se conoce coloquialmente en Canarias como ‘confite’, que da nombre a la famosa bahía de El Confital, en Las Palmas de Gran Canaria.
Los principales objetivos de esta iniciativa científica son el cartografiado de los mencionados fondos en la Macaronesia, la realización de experimentos in situ para cuantificar la absorción de carbono y de estudios empíricos en el laboratorio para determinar la sensibilidad y vulnerabilidad de estos ecosistemas marinos a impactos antrópicos tales como el incremento de nutrientes o la disminución de la luz.
Liderado por la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad (ABAS), organización sin ánimo de lucro ubicada en Las Palmas de Gran Canaria, en colaboración con el Instituto Universitario de Acuicultura y Ecosistemas Marinos Sostenibles (ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), este proyecto pretende profundizar sobre el crecimiento y la verdadera extensión de estas algas que, a pesar de estar consideradas como un hábitat prioritario para la conservación por la Unión Europea (UE) dado su papel para soportar la biodiversidad asociada y posible contribución a la mitigación de los efectos del cambio global, aún se conoce muy poco acerca de ellas.
Fruto de este proyecto, se están realizando ya las primeras actividades para poner a punto la tecnología que permitirá determinar la ocupación de estos particulares ecosistemas marinos. Un equipo de investigadores de ABAS y ECOAQUA han llevado a cabo a finales de marzo la primera campaña de mapeo de estos importantes hábitats submareales en la isla de Madeira, fruto de la colaboración con investigadores de AMACO (Asociación de Madeira para la Conservación Marina), cuyo proyecto M3C (Madeira Maërl Mapping and Conservation), financiado también por la iniciativa europea LIFE4BEST, apuesta en la misma línea por la preservación de estos ecosistemas.
Las actividades de mapeo se llevaron a cabo en la zona del Parque Natural Marino de Cabo Girao mediante un sónar de barrido lateral, una tecnología que permite caracterizar el tipo de fondo submarino y la extensión de hábitats de interés como los fondos de rodolitos.
Francisco Otero Ferrer, de ABAS, es el investigador principal del proyecto. En él participan, además, el doctor Nestor E. Bosch, también de ABAS, el doctor Fernando Tuya, el catedrático Ricardo Haroun, el doctor Fernando Espino y el investigador predoctoral Marcial Cosme de Esteban, por parte del Instituto Universitario ECOAQUA.
Otero Ferrer resalta la “importancia de incrementar el conocimiento de estos ‘ingenieros ecosistémicos’, así como su sensibilidad a impactos humanos locales tales como la polución o la sobreexplotación de los recursos”.
El esqueleto de los rodolitos está formado por carbonato de calcio, por lo que pueden jugar un papel importante en la mitigación del cambio climático, además de proporcionar un hábitat para diversas especies asociadas: desde productores primarios, a algas que viven ancladas a ellos, hasta minúsculos invertebrados que buscan cobijo en sus oquedades y que forman un enlace esencial en las cadenas tróficas marinas.
A pesar de su importante papel, los rodolitos son, afirma el doctor Nestor E. Bosch, investigador implicado también en MAC-RODO, “unos grandes desconocidos en el mundo científico, con relativamente poca información en comparación con otros hábitats litorales como los arrecifes de coral, los bosques de macroalgas, las praderas de fanerógamas marinas o los manglares”.
El investigador Marcial Cosme de Esteban, que se desplazó a Madeira junto a Francisco Otero, explica las ventajas de este sistema como herramienta para conocer la distribución de hábitats submareales y así mejorar la planificación y el diseño de áreas marinas protegidas en la región macaronésica: “Conocer algo permite que lo podamos entender y de esta forma protegerlo de una manera eficaz creando Áreas Marinas Protegidas. El sonar de barrido lateral es una herramienta muy efectiva, debido a que nos permite realizar mapas de hábitats, conociendo cómo se distribuyen y su extensión. En MAC-RODO estamos intentando desarrollar su potencial en el mapeo de los fondos de rodolitos, donde ha sido poco utilizado hasta el momento”, puntualiza.
Los trabajos realizados abarcaron una superficie total de 192 hectáreas, confirmando parte de las grandes extensiones de rodolitos ya descritas que se extienden desde profundidades someras hasta profundidades cercanas a los 55 metros. En los próximos meses se analizarán los datos recogidos para ver si efectivamente estos “campos” de rodolitos se extienden más allá de los límites descritos hasta el momento.
MAC-RODO, que tendrá una duración de 12 meses, cuenta para su desarrollo con unos 40.000 euros aportados por el programa europeo LIFE4BEST, financiado por el Programa LIFE de la Unión Europea para el Medio Ambiente y la Acción Climática, por la Oficina Francesa para la Biodiversidad (OFB) y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD).
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